“Para hacer un grafiti, primero debes dibujar mucho. Cuando el boceto te queda cartelúo, pasas a la pared y armas el esqueleto. Lo rellenas con sombras, lo abombas, le pones piezas dependiendo de tu nivel y listo”. Así, Deivi Aragot, estudiante de grafiti del Laboratorio de Artes Urbanas de 19 años, nos explica en qué consiste el procedimiento del grafiti.
El 09 de junio el Laboratorio de Artes
Urbanas (LAU) inició el taller de grafiti a fin de proporcionar un tipo
diferente de educación, a partir de las vocaciones de los jóvenes de las
comunidades. Estos talleres tienen una duración de tres meses y son
completamente gratis. El taller de grafiti cuenta con 40 estudiantes bajo la
tutela de Uki Liendo, artista urbano del mural. Los chamos tienen edades entre
14 y 20 años.
Inspirados en el hip hop, la belleza y
sus vivencias personales, lxs jóvenes talleristas de grafiti cuentan su
experiencia:
Kevin, de 16 años, comenta: “Detrás de
cada letra está la historia de grupos, hay una vida. Hay códigos del hip hop y
de la música”.
Deivi agrega: “Llegué al grafiti por
problemas. Conseguí unos chamos en la
calle grafiteando, y me enseñaron. Desde entonces uso el grafiti para
descargar mis rabias, expresar lo que siento”.
De la representación que nos recibió,
todos estuvieron de acuerdo con que el grafiti es un medio de expresión y una
terapia. “Queremos expresar lo que sentimos y que los demás lo sepan”, comenta
una chica.
¿Por qué el grafiti es un arte?
“Porque transmite el mensaje oculto de la
calle”, comenta Kevin.
A pesar del objetivo artístico de esta
práctica, las reacciones en el entorno de este grupo de estudiantes no ha sido
la más positiva.
“Me botaron de la casa por estar
grafiteando”, comenta Deivis. A Kevin lo
agarró la policía mientras dibujaba con unos panas. Al preguntarles “¿Qué dicen
en sus casas por estar grafiteando?” La respuesta al unísono fue un “¡ay!”
“Nuestras mamás aún no saben cómo es la cosa en la calle”.
En el grupo de estudiantes con quienes hablamos hay dos
chicas, y recomiendan a las féminas “lanzarse al ruedo. Nosotras aportamos
talento y belleza. No sólo hablamos de problemas, sino de arte y de música”.
Pese a los contratiempos, estos jóvenes
estudiantes tienen aspiraciones en su vocación artística. Deivi tiene la ambición
de vivir del grafiti como artista, y una joven comenta que aspira proseguir
estudios de diseño gráfico.
Como mensaje final, el grupo de
estudiantes de grafiti del LAU exhorta a la sociedad a no seguir viendo al
grafitero como un malandro. Armando de 14 años, argumenta: “¿Si el grafiti
fuera vandalismo, porqué lo utiliza el gobierno? “ “Vándalo el que se para en
los bancos a rayar y a destruir. Nosotros hacemos arte en las calles”, agrega
Kevin. Cierra una chica de unos 15 años:
“Somos de la sociedad pero con otro flow. Preferimos cambiar las bichas por las
latas, mancharnos las manos de pintura y no de sangre.”