viernes, 27 de enero de 2012

El Arte Urbano celebra el 4 de Febrero


Con motivo del próximo aniversario del Cuatro de Febrero, un grupo de destacados artistas y colectivos exponentes del arte urbano se reunirán en la Plaza de los Museos este sábado 28 de enero, a partir de las 12 del medio día.
La cita promovida desde el Ministerio del Poder Popular para la Cultura tendrá como finalidad que los jóvenes talentos desarrollen intervenciones sobre el mobiliario urbano en donde se destaquen los valores humanistas que sustentaron los cambios profundos en beneficio del pueblo y de la patria.


“El arte mural, el graffiti y el stencil son herramientas urbanas que transmiten mensajes contra hegemónicos, por eso en el evento se trabajará el tema del Cuatro de Febrero, una fecha que hace referencias a valientes esfuerzos por conquistar igualdad, equidad, paz y suprema felicidad; un estallido consecuencia de la injusticia, pero cargado de valores de solidaridad, compromiso con el bienestar de los más débiles”, aseguró el grupo artístico.
Sobre esta opinión enfatizaron que “hoy el arte del mural emerge como testimonio que muestra el humanismo y generosidad que movilizaron aquellas acciones; un recordatorio de que en la Revolución Bolivariana, desde su génesis, prevalecen la honestidad y el amor”.
Los colectivos de Arte Urbano que participarán en el encuentro de muralistas serán: Ejército de Liberación – Batallón 1 – Yaneth Rivas, Ejército de Liberación – Batallón 1 – Hensen García, Casa de Perros – Carolina Sanz, Clandestina Arte – Julio “Arkos” Rodríguez, OXO, UKI, Jotashock – Pedro Domínguez, Martín Zabala, Vía Libre – Marcos Arrieta, Tiuna el Fuerte – SOU.
Los murales resultantes de la actividad acompañarán, a manera de imagen gráfica, los actos públicos que se lleven a cabo a nivel nacional el día Cuatro de Febrero de 2012. 
Para finalizar el equipo de producción afirmó: “Un aporte del arte urbano al enriquecimiento de la visualidad revolucionaria”. (Fuente: IARTES)

miércoles, 18 de enero de 2012

Errores preñados de buenas intenciones

Un título osado que pretende abrir una reflexión sobre algunas soluciones comunitarias para “combatir el ocio y la delincuencia” de los jóvenes, pero que en el fondo practican la cultura de la violencia. Resulta pertinente en la medida que esta columna ha motivado el debate en torno a declaraciones o propuestas del Gobierno (o la ausencia de ellas), pero poco ha entablado el diálogo sobre iniciativas de comunidades organizadas, de la gente llana y sencilla.
La reflexión se desprende a propósito de las recientes visitas realizadas a comunidades populares donde viven los estudiantes del Laboratorio de Artes Urbanas (LAU), escuela alternativa para jóvenes que pretende este primer trimestre del año generar en sus barrios espacios de socialización, con ellos como multiplicadores de lo que han aprendido en materia artística y sociopolítica en Tiuna El Fuerte.
En par de esas expediciones (siempre pedagógicas), cuando indagamos por el lugar donde los chamos se encuentran, permanecen o “se achantan”, nos llevaron a una esquina que había sido días antes rociada con aceite quemado, para supuestamente evitar el ocio y los vicios juveniles. Por otro lado, al preguntar por los saldos de un reciente concierto de rap, realizado de manera autogestionada y precaria en la cancha del barrio de uno de los chamos del LAU, en fechas tradicionalmente críticas por los niveles de violencia, de la que ellos son las principales víctimas, nos dijeron que fue suspendido antes de lo acordado porque, de acuerdo al consejo comunal, las líricas fueron muy groseras… y no dudo que haya sido así.

No obstante, cabe preguntarse si no son más groseras las condiciones de vida que ha heredado la actual generación de jóvenes, producto de un orden social e histórico que se sostiene sobre aberrantes desigualdades, que les inunda de necesidades del tener para ser y limita las posibilidades legítimas de resolverlas, bien porque supone el sometimiento a altos niveles de explotación y subordinación, vía trabajo subpagado, o porque los atrae al campo de los ilegalismos mediante el malandreo, todo lo cual lleva irremediablemente a la muerte simbólica o biológica.
¿Cómo abordar como comunidad esta perversa ecuación de realidad?, ¿quemando rebeldías y suspendiendo expresiones de los chamos? Creemos que no. Las comunidades organizadas, ciertamente preocupadas por los niveles de violencia reales y potenciales en sus localidades, deben trascender sus intenciones de reformación juvenil al modo de manual de buenas costumbres, para alcanzar la comprensión compleja y crítica de las experiencias de los chamos del barrio, de quienes, a su vez, urge la capacidad de radicalizar su rabia, sus groserías, en definitiva, su acción y discurso, para encontrar formas creativas que den lugar a alternativas superadoras de la violencia que los aniquila como generación.

miércoles, 11 de enero de 2012

Yo no trabajo pa´ser esclavo


Abrimos el 2012 con energías recargadas, conectándonos con todo lo que viene sonando en la pista y que convoca nuestras fuerzas creativas para seguir revolucionando como jóvenes, en-redados. Vinculamos lo que nos propusimos como proyectos para este año y lo que se viene impulsando como “la quinta gran misión” del gobierno bolivariano: Saber y trabajo. Una misión social que se propone no sólo generar fuentes de empleo, sino espacios productivos dentro del nuevo modelo productivo del país, con organización y capacitación. Nosotros, para este año, enfocaremos esfuerzos en el impulso a proyectos socioproductivos.
       Entendemos que este nuevo modelo productivo apunta a la construcción de nuevas formas de relación y producción social de la vida. Esto tendría que ver con la aspiración que lo que hacemos productivamente busque satisfacer las necesidades humanas  -materiales y espirituales- más que reproducir el capital. Lograrlo implica aprender lo que no sabemos o darle un sentido distinto a lo que hacemos, como lo dijo el ministro Ricardo Menéndez “formarnos para el trabajo liberador”.

      
 Ahora bien, planteados estos retos que parecen no ser nuevos dentro de la Revolución Bolivariana nos preguntamos: ¿Cuáles serán las diferencias entre esta misión y las que anteriormente apuntaron hacia similares propósitos: Misión Vuelvan Caras y Misión Che Guevara? Nos preguntamos de qué maneras se buscará convocar a los jóvenes de los barrios para que se registren en la misión. Qué interpretará como trabajo liberador un chamo de Petare o de Pinto Salinas, por ejemplo, que trabaja como buhonero en el Mercado de Coche, o que se resuelve el mes controlando alguna “plaza”.
       Emprender la batalla contra la exclusión social requiere de múltiples estrategias que consideren la desvinculación del mercado laboral formal de generaciones;  pensar con menos moralismo militante qué hacer ante una industria cultural que tiene el monopolio del consumo de los jóvenes. Nos preguntamos si existe disposición y/o posibilidad de escuchar a esos chamos que siempre tienen propuestas desestructurantes.
       Recordamos dos voces de alerta: La canción del MC Ardilla: “Yo no trabajo pa´ sueldo mínimo porque yo no soy esclavo”, y las palabras del antropólogo Phillipe Bourgois cuando se pregunta ¿por qué esperamos que, en un contexto donde la economía clandestina o ilegal permite que circulen miles de dólares diarios al alcance los jóvenes de los barrios, ellos estén dispuestos a trabajar para ganar salarios mínimos, cuando pueden ganar mucho más dinero vendiendo drogas en la esquina o el patio escolar? Hay que saber y trabajar por movilizar unas voluntades que, más que buscar un sustento económico como mano de obra sumisa y barata, buscan espacios de acción, reconocimiento, diversión y conexión con sus creatividades y con sus iguales.